- Te amo para amarte y no para ser amado, puesto que nada me place tanto como verte a ti feliz.
- La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma.
- Nos equivocamos a menudo en el amor, a menudo herido, a menudo infeliz, pero soy yo quien vivió, y no un ser ficticio, creado por mi orgullo.
- He leído en alguna parte que para amarse hay que tener principios semejantes, con gustos opuestos.
- Hay que juzgar los sentimientos por los actos, más que por las palabras.
- La inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón.
- El tiempo no duerme los grandes dolores, pero sí los adormece.
- El beso es una forma de diálogo.
- En la mujer, el orgullo es a menudo el móvil del amor.
- El que tiene buen corazón nunca es estúpido.
- El recuerdo es el perfume del alma.
- Amad. Es el único bien que hay en la vida.
- El amor que es un necio a los veinte años es un loco del todo a les sesenta.
- No podemos arrancar una página del libro de nuestra vida, pero podemos tirar todo el libro al fuego.
- No hay verdadera felicidad en el egoísmo.
- No ames a quien no admires. El amor sin admiración sólo es amistad.
- No somos sólo cuerpo, o sólo espíritu, somos cuerpo y espíritu a la vez.
- Amo; por lo tanto creo.
- Amar sin ser amado, es como encender un cigarrillo con una cerilla ya apagada.
1804-1876. Seudónimo de Amandine Aurore Lucie Dupin, baronesa Dudevant, novelista francesa del movimiento romántico.
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