Según Cornelio Agrippa (Filosofía Oculta) existen Nueve Ordenes de Ángeles Caídos que son la contrapartida de los Nueve Ángeles Celestes.
La 1° clase:
- Se llaman seudo dioses, y su jefe es Belcebú (significa “viejo dios”), que tienta al Cristo en el desierto.
Son los que exigen sacrificios y adoración, falsos dioses que ofrecen poder a cambio de ser adorados como tales. Son, además, la contracara de la energía seráfica, ellos tientan a los hombres a creerse Dios y a cometer por ello los mayores abusos y crímenes por un supuesto fin superior.
La 2° clase:
- Son los espíritus mentirosos y su jefe es la serpiente Pitón, que vemos en el génesis. Se trata de ángeles que se mezclan con los oráculos e ilusionan a los hombres con falsas adivinaciones y predicciones. Por esto, cuando se opera con una mancia (Tarot, Numerología, Radiestesia) y no se tiene un manejo de lo espiritual, se puede atraer este tipo de demonios. Son la energía adversa de los ángeles querubines.
La 3° clase:
- Son los llamados vasos de iniquidad o de ira y su jefe es Belial, que significa “desobediente”. Inventan toda clase de arte para causar el mal, por ejemplo, juegos de azar y pasatiempos. Hay pasatiempos que conectan con lo espiritual como el caso del ajedrez, que es un juego inspirado, pero hay otros que conectan con la oscuridad. Todo juego que genere un tipo de excitación que no se pueda controlar, o que genere adicción, está inspirado por estos seres. Ellos son la energía pervertida de los ángeles Tronos.
La 4° clase:
- Son los vengadores de crímenes y su jefe es Asmodeo, que quiere decir “ejecutor del juicio”. Se trata de demonios que tientan a los hombres a cometer venganza contra otros. Son la energía ultrajada de los ángeles del Coro de las dominaciones.
La 5° clase:
- Son los prestidigitadores y su jefe es Satán. Estamos hablando de falsificadores de milagros, personas que por medio del ilusionismo materializan objetos o los hacen desaparecer; muchas veces esta gente es confundida con maestros espirituales o guías, pero su don no proviene de lo luminoso: engañan a las personas y se retroalimentan de la energía de ellas para hacerse cada vez mas poderosos. Son la cara adversa a la de los ángeles Virtudes.
La 6° clase:
- Son los llamados “furias” y su jefe es Abaddond, que quiere decir “devastador”, “exterminador”. Se trata de espíritus que derraman el mal sobre la tierra como discordias, guerras, robos, violencia, etc. Ellos son quienes portan la negatividad de los ángeles que pertenecen al Coro de los ángeles Potencias o Potestades.
La 7° clase:
- Son los poderes del aire y su jefe es Meririm, que quiere decir “demonio del medio día”, “espíritu de color y de tempestad”. Hablamos de demonios que se mezclan con truenos y rayos, que corrompen el aire y producen pestes. Aparecen en el Apocalipsis en donde se les da permiso para perjudicar al mar y a la tierra. Toda tormenta que viene acompañada de rayos y truenos, irrumpiendo en forma violenta, es obra de ellos y de los espíritus de la naturaleza que están a su servicio. Por eso el gran sanador Paracelso aconsejaba que en estas ocasiones es importante proteger la casa, encendiendo una mezcla de incienso, mirra y benjuí sobre carbones incensarios, en los cuatro puntos cardinales de la misma. De ese modo los espíritus negativos no pueden entrar y perjudicar el ambiente. Los poderes del aire son la contrapartida de los ángeles del Coro de los Principados.
La 8° clase:
- Son los Incriminadores y su jefe es Astaroth, que quiere decir “acusador de los hombres ante Dios”. Es el demonio de Job y son la faz oscura del Coro de los Arcángeles.
La 9° clase:
- Son los Tentadores o Insidiosos y su jefe es Mammon, que quiere decir “codicia”. Se trata de los que siguen individualmente a cada hombre y portan las energías caídas del Coro de los ángeles Custodios.
Reflexión:
- Tal como en la vida, siempre hay algo a favor y algo que produce una cierta “tensión” gracias a la cual tenemos la oportunidad de progresar en el camino espiritual. Como dice el refrán popular “no hay mal que por bien no venga”, pues supuestos males son enviados por Dios mismo por medio de sus ángeles para ponernos “a prueba” y de este modo tal como una piedra es pulida a través del dolor, así por medio de la prueba Dios nos va puliendo y transmutando como el gran alquimista que es.
- El problema de la prueba no es la prueba en sí misma, sino el no superarla. En ese caso, siempre ocurre una cristalización, una fijación de la energía negativa que genera una “larva”, la cual la mayoría de las veces llevamos con nosotros durante mucho tiempo, años o, incluso, vidas. Quedamos atados a la condición oscura de estas energías, sin darnos cuenta de que hay un sinfín de posibilidades para acceder a lo luminoso y de transmutar muchos aspectos de nuestra vida. Es verdad que estamos muy condicionados por el medio y que a lo largo de la vida tendemos a satisfacer las demandas de lo que llamamos “el mundo”. Es notable ver la diferenciación que hace Jesús cuando dice: “ustedes son la Sal de la Tierra y la Luz del Mundo”.
- El mundo es aquello creado por la “humanidad”. Mas allá de que el hombre ha creado maravillas, hay también en este mundo un sistema que nos lleva a buscar lo que todos buscan, a querer lo que todos quieren, a tener lo que todos tienen y hasta a vestir lo que todos visten. Nos masificamos, corremos detrás de una zanahoria que nunca alcanzamos, o que cuando lo hacemos volvemos a sentir un vacío que nunca se llena. Es difícil sentirse feliz y pleno en un mundo que nos presenta un Dios falso como único modo de felicidad: el último modelo de una determinada marca de autos, la mansión soñada en el barrio cerrado de moda, la casa en la playa, los viajes cinco estrellas, y el feliz mundo de los famosos, la vida de los famosos.
- El problema no son las cosas, el dinero o lo que podamos hacer con él, el gran problema es cuando vivimos sólo para eso. Formamos parte de la manada y esto termina con nuestra propia identidad, nos desidentificamos en pos de ser aceptados y dejamos de sentirnos seres únicos y especiales, unidos a otros seres únicos y especiales. Así creamos larvas que se alimentan de esta insatisfacción constante y nos piden más y más. Superar la prueba es no quedar atrapado en los condicionamientos del mundo. El ángel adverso siempre nos indica aquello que debemos superar, modificar y elaborar, ¡el también es enviado por Dios!
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